¿Cuántas veces tenemos que escuchar “las cosas verdes son para mamá”? Los vegetales son los más difíciles de agregar a las comidas de los niños, por otro lado, son los más importantes. La mayoría de las veces se trata más de un problema de textura que de sabor, y eso es así, es digno intentar probar diferentes formas de presentar a nuestros aliados para una alimentación sana. En este artículo, proponemos algunos trucos para hacer que las verduras se vean más apetitosas, para que los más jóvenes e incluso los quisquillosos coman nuevos alimentos.
Un primer punto fundamental que debemos tener en mente: los niños cambian sus gustos y preferencias con muchísima facilidad, y de un momento a otro. Esto tiene un lado negativo: cuando parecía que habíamos conseguido que coman zanahoria, un día, de repente, la zanahoria ya no les gusta. Pero, al revés, también tiene su cara positiva: lo que hoy es horroroso, ¡quizás mañana les encanta! Por eso el primer consejo es no rendirse y seguir ofreciéndoles las verduras sin miedo.
Ahora sí. Existen algunos pequeños trucos que nos ayudarán a “camuflar” o facilitar la presentación de nuestras verduras. Como dijimos, la mayoría de las veces es una cuestión de textura y, por tanto, nuestro trabajo será de modificar esa consistencia que no les gusta.
Un primer truco, muy efectivo, es añadir huevo. Convertir las verduras cocidas en una tortilla puede representar -casi, casi- un acto de magia y que nuestros “quisquillosos” se vuelvan devoradores de verduras. Los niños pueden perfectamente tomar un huevo diario, si es de buena calidad, con lo cual este truco, si funciona, puede utilizarse con cierta periodicidad.
Otro truco bastante utilizado entre los padres es el de añadir queso rallado a nuestra verdura. La mayoría de los niños aman el queso y esta estrategia suele funcionar bien. Nosotros, para evitar un consumo de lácteos asiduo, aconsejamos utilizar, en su lugar, la levadura nutricional, que es un ingrediente muy nutritivo y con un sabor muy parecido al queso, que enriquece cualquier plato de verduras en sabor y propiedades (es proteico y rico en vitaminas y minerales).
Nuestra tercera estrategia es tan simple como cambiar la presentación de las verduras. Podría pasar que a nuestros niños no les guste el brócoli al vapor y que, en cambio, les encante la crema de brócolis. O que la zanahoria rallada les parezca imposible de comer, pero que si la cortamos en rodajas y la salteamos a fuego lento en el wok, les resulte más dulce y rica. A veces sólo se trata de pasar del tenedor a la cuchara y viceversa. Y las verduras son muy versátiles: se pueden hacer al horno, salteadas con aceite de coco (que les da un gustito dulzón), en puré o crema, al vapor, crudas… ¡Sólo es cuestión de probar!
Por último, otro punto fundamental para que nuestros “quisquillosos” acepten tomar verduras es que nos vean hacerlo y disfrutarlas. Como siempre, lo que más aprenden es lo que nos ven hacer a nosotros. Y también muy importante será que les expliquemos lo importantes que son los vegetales para crecer y ponerse fuertes, a ellos les encanta saber muchas cosas y ¡también les encanta crecer y ponerse fuertes!